A LOS PRESOS NO LO VISITAN LOS ANGELES, SINO SUS COLEGAS DE "LABURU" |
Los gobernantes que han tenido las riendas de nuestra Patria, han sido los mayores cómplices de los delincuentes que se encuentran purgando condena en los penales de Aucallama, Carquín y Cañete.
Con una política carcelaria totalmente desastrosa, no tuvieron el menor reparo de construir cárceles en las provincias más cercanas a Lima.
¿ Con qué motivo?
¿ Acaso para favorecer a los familiares de los peligrosos delincuentes que purgan condena en estos tres penales?.
Huacho, Huaral y Cañete, eran ciudades apacibles.
A Huacho hasta lo bautizó el recordado “Huaco” Carlos Meza, como “Huacho Capital de la Hospitalidad”, porque efectivamente así era Huacho.
Hasta la década del 60, Huacho, Barranca y Cañete, vivían en el marco de una amplia tranquilidad. No se necesitaba trancar las puertas, porque nadie ingresaba a una propiedad ajena.
En los sectores rurales, la gente criaba tranquilamente sus vacas, sus chanchos, sus carneros, sus cuyes, sus patos y sus pavos. Nadie se los llevaba.
Las chacras no necesitaban cercos, porque la gente respetaba la propiedad privada.
Hasta que empezó el movimiento migratorio y la situación cambió radicalmente.
La oleada de gente que llegaba a la costa en busca de trabajo, de mejores condiciones de vida, comenzó a alterar el modus vivendi de la población.
Comienzan las invasiones, la apropiación de terrenos, la ley del más fuerte y con ello, los enfrentamientos.
Las sociedades se fueron degenerando. Las tres provincias comenzaron a sufrir los estragos del cambio de vida en la sociedad de nuestros abuelos.
De los robos pequeños, de los pájaros fruteros, se ha pasado a la ley del hampa. Poco a poco se ha ido degenerando nuestra sociedad.
Y para agrandar más el panorama delincuencial a nuestros gobernantes, no se les ocurrió mejor idea que comenzar a construir cárceles en los lugares más importantes, saliendo de Lima, dejando El Sepa y el Frontón abandonados, cuando eran los mejores lugares para albergar a los prontuariados y sus familiares que llegan de visita y se quedan en lo que fueron hermosas y hospitalarias ciudades.
Cañete tiene su penal y por tanto recibe cientos de visitantes. Lo mismo sucede con Huaral, que es la provincia donde se encuentra el distrito de Aucallama, que parece estar castigado, pues ahora se va construir un penal más en esa jurisdicción, para que los delincuentes estén más cerca de sus familiares.
La diferencia es que en esta oportunidad la cárcel será privada, pues ya el Consorcio Montealto-Exteco-Eulen, de procedencia española, ha obtenido la buena pro para construir una nueva cárcel que albergará a 1,536 reos primarios, no reincidentes. Será el nuevo “San Jorge”.
El terreno para la construcción de esta nueva cárcel será entregada por el Estado y el consorcio invertirá un monto de S/.90’395,590.20.
MUERTES Y MÁS MUERTES
Mientras que la gestión gubernamental anterior no le importó que en la provincia de Huaral existan dos cárceles, su población sufre las consecuencias, pues en forma permanente se reportan muertes por asaltos, asesinatos, ajustes de cuenta.
La población de Huaral es consciente que la cárcel de Aucallama les ha traído muchos problema y que la paz y la tranquilidad ya no es igual a los años anteriores.
La gestión municipal provincial, ha sido muy complaciente y no se ha preocupado por la seguridad ciudadana.
A Jaime Uribe Ochoa solamente le ha interesado hacer obras de cemento, pero no se ha preocupado en nada por dotar de seguridad a su población y oponerse tajantemente a la construcción de una nueva cárcel en su jurisdicción.
Parece que Uribe Ochoa sigue al pie de la letra las recomendaciones de su Gerente Municipal, que le gustan las obras grandes.
Cuanto más obras mucho mejor, sería el pensamiento de Juan Valencia Rincón. De repente a este Gerente Municipal, no le interesa la vida y seguridad del poblador huaralino.
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