EL VELASCATO TOMÓ LOS DIARIOS PARA LIQUIDARLOS |
(Nota del recuerdo a
propósito de la cantaleta: “la concentración de medios de comunicación”)
El 01 de noviembre de 1968, el golpista Juan Velasco
Alvarado clausura los diarios “Expreso”, “Extra” y “La Tribuna”, la revista “Caretas”, el semanario “Unidad” y “Radio Continente”.
El diario “La Prensa”,
se constituyó en el segundo periódico más importante de nuestra Patria durante
las décadas del 50 y 60,
Se encontraba ubicado
en el Jirón de la Unión (calle Baquíjano), y de allí su sobrenombre de “El diario de Baquíjano”.
Por esos años era
dirigido por Pedro Beltrán Espantoso uno de los más encarnizados críticos de
Manuel Prado Ugarteche, que se vió obligado a llamarlo para otorgarle el cargo
de Primer Ministro.
Por “La Prensa”
desfilaron los mejores periodistas de esa época como Arturo Salazar Larraín,
Mario Castro Arenas, Elsa Arana Freire (que dirigía la revista “7 días, que era
el dominical de este diario). También se recuerda a Enrique Chirinos Soto
y el arte de Fairlie, extraordinario
dibujante creador de “Sampietri” y “Serrucho”, monos que se publicaban en “Última Hora”, que era el vespertino de “La
Prensa”.
Cuando Juan Velasco
Alvarado da el golpe de estado y destierra al Presidente Constitucional
Fernando Belaunde Terry, “La Prensa”, asume un rol protagónico de lucha y se
enfrenta a la dictadura, a diferencia
del diario “El Comercio” que se mostró muy pasivo con el golpista.
Producto de este
enfrentamiento es que Velasco Alvarado,
bien secundando por su pintoresco Ministro del Interior, Armando Artola
Ascárate (ya se había cambiado el nombre
de Ministro de Gobierno y Policía), elaboran un oprobioso “Estatuto de la
Libertad de Prensa” - Decreto Ley 18075,
el mismo que es estrenado con el diario “La Prensa”.
Ese estatuto señalaba
en uno de sus articulados que para ser director de un medio de prensa, se tenía
que residir permanentemente en el país y se consideraban como no residentes a
los que salían constantemente del país, como era el caso de don Pedro Beltrán
Espantoso.
El nefasto estatuto
tenía nombre propio y estaba dirigido a quien le hacía la vida imposible a la
dictadura militar y que era el director del diario “La Prensa”.
Ante esta
circunstancia el directorio de La Prensa, se ve obligado a nombrar como nuevo
director al sobrino Pedro Beltrán Ballén.
Pedro Beltrán
Espantoso, tuvo que quedarse a residir en los Estados Unidos en calidad de
exiliado.
En Marzo de 1970,
Velasco Alvarado expropia los diarios “Expreso” y “Extra”, de propiedad de
Manuel Ulloa, que había sido Ministro de Hacienda de Fernando Belaunde Terry
(luego pasó a llamarse de Economía y Finanzas).
En el año 1974 el gobierno militar expropia todos los diarios y en el caso de “La
Prensa”, se nombra como director al educador Walter Peñaloza.
La fidelidad de muchos
periodistas a su centro de labores, le hizo la vida imposible a Peñaloza. En
Agosto de 1975, cuando Morales Bermúdez da el golpe de estado contra Velasco
Alvarado, designa a Gilberto Escudero, como el nuevo director de “La Prensa”.
Escudero Oyarce era hombre de confianza de los militares
golpistas, pero sólo duro hasta julio de 1976 en que es remplazado por Luis
Jaime Cisneros.
Este director trató de
sacar a flore al diario, que ya mostraba flaquezas. Su tiraje había caído a la
mitad, viéndose obligado a renunciar en 1978.
Es remplazado por el
abogado Alfredo Quispe Correa, que tampoco duró mucho, ingresando como último
director de la tiranía, Carlos Quiroga,
en 1980.
Don Pedro Beltrán
Espantoso no pudo resistir al enterarse como su famoso periódico que tanto
había costado levantar, se venía a pique. En febrero de 1979, fallece en Nueva
York.
El 30 de Julio de
1980, dos días después de asumir por segunda vez, los destinos del Perú, el
Arquitecto Fernando Belaunde Terry, publica la Resolución con el que devuelve
los diarios a sus legítimos propietarios.
Miriam Kropp, viuda de
Pedro Beltrán Espantoso, volvió a Lima
para presidir el Directorio en un intento sobrehumano de reflotar el periódico,
pero la suerte estaba ya echada.
Quienes manejaron por
seis años esta empresa, lo llevaron a la ruina y el esfuerzo de Arturo Salazar
Larraín, no pudo con la realidad: “La Prensa” estaba quebrada.
Una de las decisiones
más inteligentes de Arturo Salazar Larraín, fue la de borrar de la historia del diario, los años militares y sobre todo, eliminar el
recuerdo de los directores diciendo “Que caiga sobre ellos un piadoso olvido”.
El retorno de “La
Prensa” a la vida democrática fue muy tardío. Los “Mastines” de Velasco
Alvarado (así se conocía a los periodistas que trabajaron para la dictadura),
habían pasado de obreros y empleados a ejercer las gerencias y derrocharon todo
el capital de los periódicos tomados, especialmente de La Prensa, Expreso y
Extra.
Hoy, en pleno siglo
XXI, los “MASTINES” quieren retornar. Con la cantaleta de la “concentración de
medios de comunicación”, los mastines quieren volver a posesionarse de los
medios de prensa democráticos, contando con el apoyo del admirador de los tiranos Velasco y Chávez.
P.D.
Y a propósito de
“MASTINES”, hay una autoridad conocido en Cañete como el “papichoro” que tiene
más de 100 “MASTINES” a su disposición, listos para morder a sus enemigos en
plena campaña electoral.
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